Un restaurante luminoso, chic, retro…

En su último trabajo Tatiana García Bueso, al frente de su empresa Espacios de Arquitectura, ha fusionado los conceptos de sencillez, limpieza, reciclaje y moda en un local del madrileño barrio de Malasaña hasta convertirlo en el espacio perfecto para un atrevido restaurante de cocina nikkei en el que, además, se emplea materia prima gallega de primera calidad.
Este local del n.º 42 de la calle Valverde ocupa una superficie de noventa y dos metros y, con anterioridad, también albergó negocios de hostelería por lo que no fue necesario realizar grandes reformas, aunque sí dar un vuelco absoluto a los conceptos de decoración e interiorismo para adaptarlos a las necesidades de Libia y Álex, los promotores del nuevo restaurante, que deseaban un espacio en el que pudieran convivir clientes de cañas y tapas con los de mantel, tres platos y buen vino y, por qué no, con los de sólo copa.
Al entrar en el luminoso local impacta un suelo damero de baldosas de cerámica roja negras y blancas que se extiende por toda la superficie del restaurante y que anuncia el toque retro que inspira al resto de elementos usados en la decoración.
Las paredes de la sala de entrada están acabadas con un picado manual de yesos hasta llegar a su raíz y sujetan dos barras y una mesa de madera de pino cepillado a lo rústico y con barniz mate. Esta madera, con el mismo tratamiento, es la que la empresa “Tarimas de Autor – Luxury flooring” ha empleado en la realización de todas las mesas y barras del local que están sujetas o colocadas sobre piezas metálicas recuperadas como, por ejemplo, andamios de obra.
Además de las mesas, el mobiliario de las tres estancias del restaurante lo componen unos sencillos bancos corridos que hace décadas eran parte de los pupitres de un colegio salmantino y cuatro tipos distintos de taburetes vintage a los que se les ha renovado los asientos de madera o tapizado sus asientos y respaldos con polipiel de distintos colores. Se completa esta sencilla pero efectiva decoración con la sutil utilización de papeles pintados de Gancedo en los aseos y en la zona que comunica la barra central con el comedor interior. Destacan también, y mucho, los espejos de distintas formas y tamaños adquiridos en mercadillos y tiendas de segunda mano y, cómo no, los colocados ex profeso en el interior de ruedas de carruajes antiguos.
Para la búsqueda y rastreo de materiales y mobiliario vintage, y su posterior readaptación, Tatiana García Bueso confió en Patricia Fernández, alma de la joven empresa Smökit, y juntas diseñaron y materializaron el resto de piezas del puzle NAVAJA como el botellero y el espejo de la barra, todos los casi invisibles apliques de iluminación, los maceteros o el armonioso kit sesentero de los aseos.
El resultado obtenido es un confortable e inusual restaurante/taberna/pub/bar en el que cada cliente se acomoda como más le place sin que el personal del local y los comensales se encuentren con los molestos obstáculos en los que pueden llegar a convertirse las tradicionales sillas con respaldo, las cortinas o los biombos…